sábado, 1 de agosto de 2015

Paris desde Rodin a Montmartre

En un viaje anterior tuvimos la intención de entrar al Museo Rodin y en esa ocasión coincidió con la apertura de una muestra de Camille Claudel que convocó muchísima gente; preferimos entonces cancelarlo ya que resulta más agradable el recorrido cuánto menos gente circula por el lugar. En ésta oportunidad lo hicimos con más tranquilidad habiendo elegido el horario de la mañana apenas habilitaron el ingreso y optamos por recorrer el enorme parque que tiene una importante cantidad de obras como El pensador, Los burgueses de Calais, Las puertas del infierno, monumento a Balzac, etc. como así también agradables espacios que combinan a la perfección  para disfrutar al aire libre de trabajos de mucha calidad artística.




Otro lugar más pequeño pero que igualmente trasmite mucha paz es el Jardín Catherine Labouré, el nombre remite a una hermana de Hijas de la Caridad que manifestó haber visto y escuchado a la Virgen María quien le encomendó que hiciera imprimir medallas con las imágenes del Sagrado Corazón de Jesús y el Inmaculado Corazón de María. La experiencia se materializó en lo que se le dio en llamar la “Medalla Milagrosa”. Con el tiempo Catalina fue santificada y su cuerpo se encuentra precisamente en la Capilla Ntra. Sra. de la Medalla Milagrosa; ésta y el jardín se integran al predio de la misma congregación de monjas.




Volvimos a Shakespeare & Co., una vieja librería frente a la Ile de la Cite que contiene en sí misma muchas historias. Cada vez que allí hemos estado dejamos una nota que se acumula a las miles que tapizan un sector; son mensajes, saludos y agradecimientos que contienen íntimamente la intención de regresar.





Hasta Montmartre nos acompañó una llovizna apenas perceptible que a decir verdad no le quitó una pizca de encanto. El paisaje era diferente ya que el movimiento en la Plaza del Teatro que se caracteriza precisamente por los pintores y retratistas que trabajan y exponen sus obras, se veía reducidos notablemente.





Almorzar en Chartier no fue una comida más. El cartel luminoso indica el ingreso y adentro el ambiente se transforma. La madera que predomina en todo el salón sumado al bullicio de tanta gente y la mejor atención completan el entorno. La mesera anotó cada plato que pedimos en el mantel de papel al que agregó los precios al momento de pedirle la cuenta. Tanto la trucha con almendras como el pato confitado estaban a la altura del lugar. Deux café créme si vousplait, merci.