sábado, 28 de febrero de 2015

Paris II

El lunes dejamos Niza para tomar un tren hasta París, el único lugar del recorrido en el que ya había estado una vez. No obstante no hubo  motivos para tener menos expectativas que en mi debut sino al contrario, creo que el hecho de poder volver a un sitio que me había impactado y del cual tenía los mejores recuerdos, acrecentó mi interés.

Volvimos a la librería Shakespeare & Co., frente a la Ile de la Cite, quisimos ver si aún estaba el escrito que habíamos dejado la primera vez que estuvimos juntos allí, pero es como pretender encontrar la misma moneda en la Fontana di Trevi luego de un año de haberla tirado. Dejamos otra nota, pero ahora con la convicción de que no volveremos a verla, en todo caso la excusa para volver será dejar una nueva.


Hasta Montmartre nos acompañó una llovizna apenas perceptible que a decir verdad no le quitó una pizca de encanto. Obviamente el paisaje era diferente ya que la plaza, por ejemplo se caracteriza por los pintores y retratistas, cuyo trabajo en vivo y exposición de obras si bien estaban presentes, se veían reducidas momentáneamente.


Almorzar en Chartier no fue una comida más. Tampoco fue casual que nos detuviéramos allí. El cartel luminoso en la calle indica que hay que ingresar a una galería y adentro el ambiente se transforma. La madera que predomina en todo el salón sumado al bullicio de tanta gente y la mejor atención completan el entorno. La mesera anotó cada plato que pedimos en el mantel de papel al que agregó los precios al momento de pedirle la cuenta. Tanto la trucha con almendras como el pato confitado estaban a la altura del lugar. Deux café créme si vous plait, merci.


El año pasado intentamos entrar al Museo Rodin pero coincidió con una muestra de Camile Claudell que convocó mucha gente y preferimos cancelarlo; esta vez pudimos entrar con más tranquilidad a la mañana apenas abrieron y optamos por el parque que tiene una importante cantidad de obras como El pensador, Los burgueses de Calais, Las puertas del infierno, monumento a Balzac, etc.


Otro lugar más pequeño pero que igualmente trasmite mucha paz es el Jardín Catherine Labouré, el nombre remite a una hermana de Hijas de la Caridad que manifestó haber visto y escuchado a la Virgen María quien le encomendó que hiciera imprimir medallas con las imágenes del Sagrado Corazón de Jesús y el Inmaculado Corazón de María. La experiencia se materializó en lo que se le dio en llamar la “Medalla Milagrosa”. Con el tiempo Catalina fue santificada y su cuerpo se encuentra precisamente en la Capilla Ntra. Sra. de la Medalla Milagrosa; ésta y el jardín se integran al predio de la misma congregación de monjas.


 Es evidente que no hay dos viajes iguales, porque aún repitiendo lugares e itinerarios, es la permeabilidad del espíritu la que permite o no absorber nuevas sensaciones, es dejarnos seducir a cada paso y dejar que las emociones se expresen con soltura, con franqueza y hasta con un poco de descaro, y es sentirnos más libres de gozar sin reservas.






domingo, 8 de febrero de 2015

Bruselas

A Bruselas llegamos desde París donde el tren que tomamos en la Gare du Nord nos hizo recorrer esa distancia hasta territorio belga en poco más de una hora.

Teníamos un itinerario acotado al tiempo disponible, que incluyó la Grand Place, un Mercado de antigüedades, el Palacio Royal, el Mont des arts,  la Catedral San Michel y Ste. Gudula y la Galería du Rei. El arte en general ocupa un buen lugar tanto en espacios públicos como en galerías y museos como el de Magritte.
  


Almorzamos sándwiches de jamón crudo, berenjenas en escabeche y queso parmesano. En la merienda recuperamos temperatura en un Café-Tasse con un chocolate caliente.

No recuerdo haber tenido en otra ocasión el frío que sentí en las calles de Bruselas. A pesar de los abrigos que incluyeron gorro de lana y guantes de cuero y piel, los dedos estaban ateridos y no podía manipular el dinero ni la cámara de fotos.

Aún así, las bajas temperaturas no sólo nos permitieron hacer lo previsto sino que además recorrimos las inmediaciones del Átomo en las afueras de la ciudad, una estructura de poco más de 100 mts. de altura emplazada en el año 1958 y que representa un cristal de hierro ampliado 165 mil millones de veces. Se justificó ampliamente para este caso el largo recorrido y la combinación de dos Metros para llegar a ese lugar descampado en que el aire era más gélido aún.



Bruselas tiene historia y personalidad. Fue muy acertado haberlo incluido en esta ocasión y dedicarle al menos una jornada que pudimos aprovechar al máximo.