domingo, 13 de diciembre de 2015

St. Germain en Laye, Francia.

A unos cuarenta minutos de viaje en tren llegamos a St Germain en Laye, una población al Oeste de Paris. Recién estaba empezando la actividad en esa ciudad antigua en la que un castillo convertido en museo fuera residencia de numerosos reyes, entre ellos Luis XIV.
Tiene predominante actividad administrativa y comercial; además ese día en la plaza funcionaba un mercado que concentra mucha gente en torno a los puestos y en los locales de los alrededores como el Café de la Industria donde nos sentamos a  tomar un poco de buen sol, y café por supuesto. El mercado ofrece prácticamente de todo, desde comestibles (fiambres, frutas, verduras, carnes) hasta indumentaria para todas las edades, pasando por artesanías, adornos y flores.




Las angostas calles de St. Germain invitan a pasear ya que transmiten mucha tranquilidad y si bien hay claras señales de modernismo, por momentos parece detenida en el tiempo.







Estuvimos complementando nuestra información en la Oficina Municipal de Turismo que funciona en la Maison Claude Debussy donde un sector está destinado a museo, aunque no habilitado en el momento de nuestra visita.






Compramos baguettes para almorzar y lo hicimos sentados en los bancos del amplísimo parque del castillo que está cuidado en extremo, el piso cubierto de pequeñas piedras, estatuas, canteros con flores y árboles de diferentes tamaños podados hasta quedar con prolijas formas geométricas.






sábado, 1 de agosto de 2015

Paris desde Rodin a Montmartre

En un viaje anterior tuvimos la intención de entrar al Museo Rodin y en esa ocasión coincidió con la apertura de una muestra de Camille Claudel que convocó muchísima gente; preferimos entonces cancelarlo ya que resulta más agradable el recorrido cuánto menos gente circula por el lugar. En ésta oportunidad lo hicimos con más tranquilidad habiendo elegido el horario de la mañana apenas habilitaron el ingreso y optamos por recorrer el enorme parque que tiene una importante cantidad de obras como El pensador, Los burgueses de Calais, Las puertas del infierno, monumento a Balzac, etc. como así también agradables espacios que combinan a la perfección  para disfrutar al aire libre de trabajos de mucha calidad artística.




Otro lugar más pequeño pero que igualmente trasmite mucha paz es el Jardín Catherine Labouré, el nombre remite a una hermana de Hijas de la Caridad que manifestó haber visto y escuchado a la Virgen María quien le encomendó que hiciera imprimir medallas con las imágenes del Sagrado Corazón de Jesús y el Inmaculado Corazón de María. La experiencia se materializó en lo que se le dio en llamar la “Medalla Milagrosa”. Con el tiempo Catalina fue santificada y su cuerpo se encuentra precisamente en la Capilla Ntra. Sra. de la Medalla Milagrosa; ésta y el jardín se integran al predio de la misma congregación de monjas.




Volvimos a Shakespeare & Co., una vieja librería frente a la Ile de la Cite que contiene en sí misma muchas historias. Cada vez que allí hemos estado dejamos una nota que se acumula a las miles que tapizan un sector; son mensajes, saludos y agradecimientos que contienen íntimamente la intención de regresar.





Hasta Montmartre nos acompañó una llovizna apenas perceptible que a decir verdad no le quitó una pizca de encanto. El paisaje era diferente ya que el movimiento en la Plaza del Teatro que se caracteriza precisamente por los pintores y retratistas que trabajan y exponen sus obras, se veía reducidos notablemente.





Almorzar en Chartier no fue una comida más. El cartel luminoso indica el ingreso y adentro el ambiente se transforma. La madera que predomina en todo el salón sumado al bullicio de tanta gente y la mejor atención completan el entorno. La mesera anotó cada plato que pedimos en el mantel de papel al que agregó los precios al momento de pedirle la cuenta. Tanto la trucha con almendras como el pato confitado estaban a la altura del lugar. Deux café créme si vousplait, merci.





miércoles, 1 de julio de 2015

Colmar

Amanece en la campiña Francesa,  el día se anuncia fresco pero agradable, los campos sembrados, junto a  los colores otoñales,  me invaden por completo trasmitiéndome una inmensa tranquilidad, las pequeñas poblaciones que interrumpen de tanto en tanto el paisaje, se asemejan a la fantasía que encierran los cuentos infantiles. La escarcha de los campos al ser atravesadas por los rayos solares, se defiende formando  grandes bancos de niebla y creando una imagen similar a la de un avión atravesando las nubes. Finalmente el tren nos dejo en la estación de Colmar.


Es dificil traducir en palabras el encanto que se percibe en este cálido y pintoresco  pueblito, su cercanía con la  frontera Alemana deja en él una  marcada  impronta  que lo caracteriza, la conjunción de estos dos países,  personaliza a este pueblo, haciendo emerger de el un especial atractivo.





Como salido de los cuentos, Colmar ofrece un sinfín de colores en las fachadas de sus construcciones y las flores que bordean los canales. Prolijo y ordenado nos permitió disfrutar además de su belleza de los mejores capuccinos y pattiserie.




Un inolvidable viaje que supo retroalimentar nuestros sentidos.




sábado, 16 de mayo de 2015

Belleville - Paris

Hasta este momento el nombre de Belleville formaba parte sólo de la geografía del interior cordobés, pero supimos que con orígenes diferentes era también parte de París, una de sus colinas en las que originalmente se establecía la clase obrera y con una vista muy generosa de la ciudad.



Con talleres de artistas que en cada mayo se abren al público, con la casa donde en 1915 nació Edith Piaf y que hoy desde un descuidado azulejo devuelve una mirada triste a quien se detiene al pasar. 


Mucha expectativa nos despertaba conocer el Cementerio de Pere Lachaise, el más grande de la ciudad y en el que mayor cantidad de celebridades se alojan en forma definitiva. Hay tumbas sencillas como la de JimMorrisson, La Fontaine o Moliere que contrastan con la de Abelardo y Eloisa (sepultados juntos), Oscar Wilde (llena de labios de mujer a modo de ofrendas) y tantas más.




Almorzamos muy cerca de allí, en un lugar que lleva el nombre del cementerio pero en femenino: La MèreLachaise al que llegamos por una recomendación que no nos defraudó.


Otra razón para recorrer los alrededores era revivir escenarios que vimos en la película “París”, como el mercado en la calle y el edificio en el que vivía uno de sus protagonistas. Hubiera sidosencillo ubicarlo de contar con la dirección, pero el cine no muestra las cosas tal cual son sino como quiere que se vean, modifica lugares y cambia referencias pero perseverando en la búsqueda conseguimos dar con el lugar. Fue como ver de nuevo algunas escenas desde la película misma.






jueves, 30 de abril de 2015

Florencia

El tren nos llevó hasta Firenze donde estuvimos dos días que fueron suficientes para recorrerla.
Se destaca la Catedral, Basílica di Santa María del Fiore y su Campanile y el Baptisterio que ocupan un mismo predio.




El Palacio de los Uffizi  guarda entre otras obras el David, de Miguel Ángel, mientras que para los que no pagamos para entrar a verlo hay una réplica en la Piazza de la Signoría, frente al Palazzo Vecchio en el que se erige  una torre que sirve de símbolo representativo de la ciudad en muchas reproducciones de promoción.





El Ponte Vecchio es también un lugar de cita obligada. Si bien el Río Arno es atravesado por muchos puentes en la ciudad, el Vecchio es diferente; tiene locales comerciales a ambos lados del único pasaje central que se especializan en joyas de oro y plata, además de los clásicos que venden souvenirs de todo tipo.




Preparamos en casa un candado con nuestras iniciales que  amarramos en una reja que sirve de cerco a un monumento en el centro del Ponte Vecchio donde también es tradicional ese rito. Nuestro candado quedó en Florencia junto con otros cientos, esperando quizás que volvamos otra vez a verlo.






domingo, 5 de abril de 2015

Niza

El largo trayecto en tren es muy placentero, de pronto algún poblado, muy pintoresco e inspirador seguramente de cuentos y novelas, y la costa que de a ratos se acerca. La bordeamos y de pronto otro túnel, y otro campo y otra vez la costa para ya no dejar de verla. 

Ahí está el mediterráneo, más azul que en cualquier poema, todavía con la tosca playa italiana, hasta darle paso al más refinado perfil francés.

Y entonces Mentón como la primera urbanización francesa, y Montecarlo y Mónaco con grandes y lujosas construcciones e iguales yates y veleros en sus puertos.
Cambia el idioma y en los carteles el “uscita le da paso al “sortie” y la “vía” cambió a “rue”, y nos vamos preparando para reemplazar “buon giorno” por “bon jour” y “grazie” por “mercí”, qué buen ejercicio!-

Y Niza…! Que resultó un bálsamo para la vista, con una extensa playa semicircular de pequeñas piedras blancas, el agua tibia muestra un azul más claro en la orilla, seguramente por la menor profundidad.



La Promenade des Anglais que bordea la playa es ideal para caminar, tomar sol en sus bancos, correr, andar en bicicleta, roller, etc.; allí hay lugar para todos.


Niza no ostenta el mismo nivel que otras ciudades de la Costa Azul pero tiene glamour y se nota en las calles, negocios y autos. 


De todos modos, no resigna su costado histórico y artístico, que se aprecia en sus iglesias, palacios, ferias, mercados, galerías. 


En una esquina, a unos cuatro metros de altura engarzaron una bala de cañón que según explica una placa, fue disparada por la flota turca en un ataque a la ciudad en 1543.



Hay un permanente contraste entre lo moderno y lo antiguo que no obstante conviven en perfecta armonía.





domingo, 15 de marzo de 2015

Milan

El tren que nos llevó a Milán, nuestro último destino en territorio italiano, salió con unos minutos de retraso que se reflejaron en la llegada a la estación Milano Centrale, a sólo un par de cuadras del Hotel Florida, que nos tuvo una noche como huéspedes. El día había que aprovecharlo y hubo que ajustar un poco el plan para que rindiera de la mejor forma. Por suerte el sol ayudó a templar el frío que se acentuó al caer la tarde.

Solamente el Duomo justifica ir a Milán. A esa imponente Catedral gótica le precede una plaza a su medida, lo suficientemente grande como para permitirle lucirse y deslumbrar. Nosotros llegamos allí desde la Vía Dante donde compramos una de las pizzas de masa esponjosa más ricas que fuimos comiendo casi sin detenernos.
La multitud permanente que circula en torno a la catedral es insignificante frente a semejante monumento, que se precia de ser una de las tres o cuatro iglesias católicas más grande del mundo (otra de ellas es la de San Pedro en el Vaticano).




Muy cerca hay otro lugar imperdible, la Galería Vittorio Emmanuelle, que considerando la antigüedad de la construcción (1880) tiene un mérito aún mayor. Es un pasaje comercial que se hizo para comunicar la Piazza della Scala con la Piazza del Duomo. El techo abovedado, es de vidrio decorado lo que la hace muy luminosa. Tiene forma de cruz y los pisos con  mosaicos multicolores forman figuras geométricas.




También con mosaicos, la imagen de un toro invita a cumplir con un mito milanés que promete augurio de buena suerte si se le pisan los testículos. Es llamativo el hueco que se ha ido formando en el piso de tanto girar talones.


Las tiendas de grandes marcas que ocupan los locales comerciales están acordes a la suntuosidad de la galería.



Recorrimos buena parte del cuadrilátero de la moda viendo enormes locales exhibiendo en vidrieras minimalistas diseños raros y carísimos. Pero además, la mejor ropa, lo último y toda la onda están en las calles, en cada uno de los hombres y las mujeres que hacían con sus actividades cotidianas a pie o aún en bicicleta, impecablemente vestidos, un gran desfile de moda por esa zona céntrica de Milán.



De regreso al hotel, un buen descanso, un mejor desayuno y de nuevo a la estación donde otro tren nos haría dejar Italia y cruzar la frontera a Francia.


sábado, 28 de febrero de 2015

Paris II

El lunes dejamos Niza para tomar un tren hasta París, el único lugar del recorrido en el que ya había estado una vez. No obstante no hubo  motivos para tener menos expectativas que en mi debut sino al contrario, creo que el hecho de poder volver a un sitio que me había impactado y del cual tenía los mejores recuerdos, acrecentó mi interés.

Volvimos a la librería Shakespeare & Co., frente a la Ile de la Cite, quisimos ver si aún estaba el escrito que habíamos dejado la primera vez que estuvimos juntos allí, pero es como pretender encontrar la misma moneda en la Fontana di Trevi luego de un año de haberla tirado. Dejamos otra nota, pero ahora con la convicción de que no volveremos a verla, en todo caso la excusa para volver será dejar una nueva.


Hasta Montmartre nos acompañó una llovizna apenas perceptible que a decir verdad no le quitó una pizca de encanto. Obviamente el paisaje era diferente ya que la plaza, por ejemplo se caracteriza por los pintores y retratistas, cuyo trabajo en vivo y exposición de obras si bien estaban presentes, se veían reducidas momentáneamente.


Almorzar en Chartier no fue una comida más. Tampoco fue casual que nos detuviéramos allí. El cartel luminoso en la calle indica que hay que ingresar a una galería y adentro el ambiente se transforma. La madera que predomina en todo el salón sumado al bullicio de tanta gente y la mejor atención completan el entorno. La mesera anotó cada plato que pedimos en el mantel de papel al que agregó los precios al momento de pedirle la cuenta. Tanto la trucha con almendras como el pato confitado estaban a la altura del lugar. Deux café créme si vous plait, merci.


El año pasado intentamos entrar al Museo Rodin pero coincidió con una muestra de Camile Claudell que convocó mucha gente y preferimos cancelarlo; esta vez pudimos entrar con más tranquilidad a la mañana apenas abrieron y optamos por el parque que tiene una importante cantidad de obras como El pensador, Los burgueses de Calais, Las puertas del infierno, monumento a Balzac, etc.


Otro lugar más pequeño pero que igualmente trasmite mucha paz es el Jardín Catherine Labouré, el nombre remite a una hermana de Hijas de la Caridad que manifestó haber visto y escuchado a la Virgen María quien le encomendó que hiciera imprimir medallas con las imágenes del Sagrado Corazón de Jesús y el Inmaculado Corazón de María. La experiencia se materializó en lo que se le dio en llamar la “Medalla Milagrosa”. Con el tiempo Catalina fue santificada y su cuerpo se encuentra precisamente en la Capilla Ntra. Sra. de la Medalla Milagrosa; ésta y el jardín se integran al predio de la misma congregación de monjas.


 Es evidente que no hay dos viajes iguales, porque aún repitiendo lugares e itinerarios, es la permeabilidad del espíritu la que permite o no absorber nuevas sensaciones, es dejarnos seducir a cada paso y dejar que las emociones se expresen con soltura, con franqueza y hasta con un poco de descaro, y es sentirnos más libres de gozar sin reservas.