A unos cuarenta minutos
de viaje en tren llegamos a St Germain en Laye, una población al Oeste de
Paris. Recién estaba empezando la actividad en esa ciudad antigua en la que un
castillo convertido en museo fuera residencia de numerosos reyes, entre ellos
Luis XIV.
Tiene predominante actividad administrativa y comercial; además ese
día en la plaza funcionaba un mercado que concentra mucha gente en torno a los
puestos y en los locales de los alrededores como el Café de la Industria donde
nos sentamos a tomar un poco de buen
sol, y café por supuesto. El mercado ofrece prácticamente de todo, desde
comestibles (fiambres, frutas, verduras, carnes) hasta indumentaria para todas
las edades, pasando por artesanías, adornos y flores.
Las angostas calles de
St. Germain invitan a pasear ya que transmiten mucha tranquilidad y si bien hay
claras señales de modernismo, por momentos parece detenida en el tiempo.
Estuvimos complementando
nuestra información en la Oficina Municipal de Turismo que funciona en la
Maison Claude Debussy donde un sector está destinado a museo, aunque no habilitado
en el momento de nuestra visita.
Compramos baguettes para
almorzar y lo hicimos sentados en los bancos del amplísimo parque del castillo
que está cuidado en extremo, el piso cubierto de pequeñas piedras, estatuas,
canteros con flores y árboles de diferentes tamaños podados hasta quedar con
prolijas formas geométricas.