domingo, 30 de noviembre de 2014

Metro

Es una peregrina de cuya estatura se encuentran pocas; es parisina por elección y se destaca entre otras cosas por su habilidad para el desplazamiento subterráneo, haciéndole cosquillas desde abajo al piso de la ciudad. 

Es muy diestra en las combinaciones que permiten llegar en el menor tiempo y con la mayor exactitud a ese lugar; tiene cada recorrido grabado en la mente y por las dudas en el pequeño plano Paris poche dobladito, desplegable, generoso.


El 8 dirección Balard, lo tomamos en Madeleine, pasa por Concorde, Invalides, La Tour Maubourg  bajamos en la École Militaire, en la vereda misma del Royal Phare…

Chatelet.. dice la voz grabada de una mujer casi llegando a la estación. Chatelet.. repite en otro tono apenas más bajo ya entrando, donde la oscuridad del túnel da paso a la luz artificial, aliviadora, y al inmediato intercambio de pasajeros, casi en la misma proporción los que entran y los que salen.. pardon, pardon.

Pero nuestra experimentada viajera aún se manejaba con tickets cada vez que necesitaba inaugurar un recorrido, inadmisible para alguien que se mueve en ese nivel de conocimientos.
Para ella llegó el Pase Navigo Découverte, la tarjeta que le cambió la vida; apenas mostrarla, ni siquiera apoyarla, y las puertas se abren, el Metro la recibe triunfante, vencedora, dispuesta a desenredar el intrincado manojo de cables multicolores.

Yo en tanto la sigo, copio sus movimientos y aprovecho con mi Navigo las ventajas de no tirar tickets nuevos creyéndolos inservibles, a no guardar los usados por si al doblar la esquina lo exige un control.


En fin, el Metro me ha proporcionado algunas experiencias y también aprovecho esa tarjeta desde cuya foto me sonrío, tal vez pensando en las próximas veces que pienso usarla.