sábado, 23 de agosto de 2014

Amsterdam

Qué decir de Ámsterdam?... Cómo resumirlo?... Cómo definirlo?...
Nos recibió con clima frío, con lloviznas intermitentes y por momentos con lluvias que nos obligó a detenernos, aunque no a bajarnos la moral. El sol por su parte, se esforzó en entibiar nuestros paseos. Elegimos también las calles más estrechas, mejor protegidas por las construcciones, la que nos brindaron su cobijo.


Es interesante mezclarse en ese organizado caos de tránsito formado por una multitud de ciclistas que se desplaza con inusitada velocidad, irreprochable seguridad y respeto, sin resignar sus prioridades; menor cantidad de motos, algunos autos, muchos peatones, tranvía eléctricos, que por momentos parece que van a subirse a las veredas (en realidad somos nosotros, que en el afán de no perdernos nada usurpamos carriles que no nos pertenecen).

Gente amable, dispuesta a ceder el paso y con aire de despreocupación. Pocos perros, pero eso sí, todos de raza y con sus respectivos dueños, quienes parecen no preocuparse por las improntas que dejan sus mascotas. A los gatos en cambio, se los ve en interiores de lugares públicos como bares y cafés.
No vimos vagabundos, linyeras, excepto uno o dos (nada en realidad); no hay “eco recolectores” (nuestros cartoneros) y la basura que se ve en las veredas remiten más a una mudanza que al resultado de una limpieza.

Bicicletas, bicicletas… Los canales ganan protagonismo en el paisaje. Muchas casas flotantes, por lo general muy cuidadas y algunas ornamentadas en extremo.
Bicicletas, más bicicletas… Encadenadas a postes, barandas, encimadas… Algunas sin duda están ahí desde hace meses sin que sus dueños las rescaten.


Ansiaba ver el barrio rojo, tanta veces difundido y mostrado aunque siempre de una manera procaz, hasta malintencionada. Me encontré con un lugar pintoresco donde las ofertas de sexo no se ocultan pero se muestran con estilo, sin acosos, sin excesos y hasta con prudencia. Creo que hay más de leyenda por la cantidad de curiosos (como nosotros) que circula con una mezcla de “interés turístico” y curiosidad por algo que si bien es universal, en Ámsterdam se ejerce de una forma particular.


La estadía me pareció corta pero por demás rica. Es uno de esos lugares en que se ansía volver y reconocerlo. Mis escasos conocimientos y recuerdos de los Países Bajos se remontan a la escuela primaria y mi papá reforzaba la importancia de que el hombre le ganara terreno al mar con la construcción de “Pólders”, lo decía con orgullo, por lo titánico de la obra. En épocas de filatelista, también los sellos despertaban mi curiosidad por esos lugares tan lejanos…