martes, 19 de agosto de 2014

Marrakesh

En una tarde llena de ruido de un caluroso verano llegue desde el Aeropuerto a la plaza Jemaa el-Fna en el corazón de Marrakesh, por estos lugares la vida cotidiana recomienza al bajar el sol de la siesta, así que busque reparo del calor en las callecitas del barrio de La Medina, todas ellas cubiertas de telas y con un cambalache de mercaderías que lo transporta a uno a la época medieval. 


Este es uno de los lugares mas peculiares que he tenido la suerte de ver, es realmente como retroceder en el tiempo y ver una ciudad en funcionamiento de la manera mas rústica que se pueda imaginar, carnicerías sin heladeras, verdulerías sin mesas ni mostrador, simplemente un carro, un burro y la verdura fresca sobre un paño  es todo lo que se necesita en este lugar para el comercio. Objetos de hierro forjados a mano, perfume para ropa hecha con grasa de ballena, camaleones disecados por la arena del Sahara, frutos secos y especias de las mejores que he probado.


Llegada la hora de la cena volvi a Jemaa el-Fna, decenas de puestos de comida se arman en el centro de la plaza y los fuegos comienzan a humear, llegan músicos, encantadores de serpientes, contadores de cuentos, monos que bailan, tatuadoras de henna y vendedores de souvenirs, se mezcla la gente local con turistas europeos y marroquíes de otras ciudades, todo parece acelerarse al ritmo de los músicos y los camareros de los puestos buscando llenar sus mesas.


Me senté en la barra de uno de los puestos casi exclusivo para marroquíes, el único menú: “cabeza de cordero hervida con especias”, con un vaso de vino patero, las ollas humeando frente a mi, la cocinera corta las cabezas por la mitad y la gente hace cola por un lugar en el diminuto restaurant sin cubiertos ni manteles. Pienso… cuanta energía de vida tiene esta gente con tan poco material, que tan simple puede ser una cena cuando lo importante es la comida, la cocinera se perece a mi abuela, y el restaurant al patio de mi infancia. 

Unos metros mas adelante me freno al ver un hombre vendiendo dientes,,, si, dientes de personas y dentaduras postizas!!!. todo se recicla... junto con las mezquitas lo mas impactante que he visto en esta increíble ciudad.