Con motivo de festejar
nuestros cumpleaños, reservamos una habitación en el Hotel Loma Bola ubicado en
La Paz, un pueblito de Traslasierra en nuestra Provincia de Córdoba.
Lo encontramos
inmerso en una vegetación donde los robustos y añejos árboles imponen su presencia, rodeado de una variedad de plantas
en su mayoría no autóctonas. Todo ello sumado al constante trino de los pájaros
proporcionan una paz interior pocas veces lograda en nuestro hábitat cotidiano;
el rumor del agua cayendo de una antigua fuente se une para mantener dicho
encanto.
Este lugar se asemeja más a una estancia, se siente una libertad
que incita a la relajación y por momentos me sentí transportada en el tiempo; ello
me permitió vivir y revivir costumbres de otra época que por lejana dormían en
mis recuerdos, reavivó todos mis sentidos con sus sabores, olores, visiones,
sensaciones y fue como redescubrirlos.
Por momentos logró
transportarme a mi niñez con la
calidez de una campana de bronce para indicar la hora de la cena, la tenue iluminación,
las comidas elaboradas con ingredientes genuinos, desayunos y meriendas con pan,
scons y medialunas caseras como así también los dulces incluido el de leche, donde
su ingrediente principal aún conserva su materia grasa, formándose cuando se
enfría la tan rechazada (y ahora apreciada) nata de nuestra infancia.
El paisaje es el protagonista indiscutible, coincide
armoniosamente con la parte edilicia, su variedad de plantas en su mayoría palmeras
conforman un follaje encantador, las parras con sus racimos expuestos tientan a
degustarlas, las simples y sencillas alegrías del hogar contrastan y alegran
las antiguas y altas ventanas y los macizos de hortensias junto con las aljabas
me hicieron recordar el jardín de Anita, mi abuela materna. Hay rincones y
lugares con bancos donde sentarse cómodamente; cruzando un puentecito se llega
al sector de la pileta con sombrillas coloridas, mesas y bancos de troncos.
Sorprende encontrar un túnel de unos treinta metros
formado con plantas de finos tallos largos uniendo arriba su follaje, una
pequeña laguna con piedras y diversas especies de patos. Los helechos y las
enredaderas crecen naturalmente.
La habitación ensambla con la disparidad del hotel,
amalgamando lo antiguo con lo moderno, muy bien logrado por cierto; arrullados por el silencio y la tranquilidad
del lugar logramos disfrutar de un reparador descanso.
Durante los días que permanecimos en el lugar disfrutamos
de nuestra mutua compañía aprovechando el descanso en un marco por demás
apropiado; felices por compartir estos especiales, inolvidables e irrepetibles
66 y 69 cumpleaños !!!