sábado, 13 de septiembre de 2014

Lyon

A dos horas de Paris el TGV nos dejó en la ciudad de Lyon. No puedo dejar de comparar esta ciudad con nuestra Córdoba, aunque sólo sea por su condición de ciudad más importante del interior del país.


Imperdibles las Traboules, esos laberintos de viviendas de no más de cuatro o cinco pisos, con pasillos y escaleras estrechísimos; con entradas por una calle y salidas por otra, donde por la ausencia de gente a la vista parece que nadie las habita. Sin embargo su seguridad está cuidada con porteros eléctricos, luces con sensores de movimiento y otras que directamente el acceso no está permitido para extraños al complejo. Las Traboules fueron hechas y usadas por los mercaderes de seda, sirviéndoles como refugio y protección para sus actividades. Me quedé con la inquietud de averiguar un poco más sobre un fenómeno del que ni siquiera había oído nada antes.



El tiempo nos alcanzó para recorrer el itinerario previsto. Si bien la construcción tiene un poco la impronta romana, en general se ve el sello francés. Aquí se repiten los cafés, los parques y plazas, flores y fuentes. Para destacar: la iglesia de Fourviere, emplazada en una colina desde donde se aprecia toda la ciudad y hasta donde puede llegarse caminando o con funicular. 


En las calles a la gente la veo, comparativamente con París, menos elegante, o tal vez sin ese estilo tan marcado de los capitalinos. No obstante Lyon tiene vida propia y en mi opinión resultó ser una excelente alternativa incorporarla a nuestro viaje.